Erislandy Lara tipifica al estereotípico boxeador cubano: elegante, hábil, a veces imposible de ver, pero muy educado en el arte del boxeo.
Históricamente, los boxeadores cubanos están preparados para ser artesanos en lugar de peleadores. Por esta razón, los boxeadores cubanos profesionales generalmente pasan por las filas de aficionados, donde la astucia, en lugar de luchar contra los instintos, te lleva más lejos.
Sin embargo, el boxeo profesional en la era moderna pone más énfasis en las payasadas fuera del ring, como hablar basura, para el marketing. Es difícil vender habilidades de boxeo puro per se en el mundo PPV.
La mayoría de los boxeadores cubanos sufren de una falta de conversación descarada debido a su naturaleza modesta, y no participan en la sed de sangre en el ring. Piensa en Erislandy Lara, piensa en Rigondeaux. La lista sigue y sigue.
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Sin embargo, este dilema no se limita solo a los boxeadores cubanos, sino también a otros que comparten características similares. Andre Ward y Chad Dawson, ambos estadounidenses, fueron la pesadilla de un vendedor porque nunca hablarían mal por un dólar.
En otras palabras, vende tus principios en el Strip de Las Vegas, o no estarás en el juego.